Venezuela atraviesa una crisis socioeconómica severa, frente a la cual iglesias evangelizadoras y pentecostales, se acercan a los grupos más pobres para prometerles que si obedecen a Dios y ordenan su vida, la prosperidad llegará (Y pare de sufrir). Así, acumulan un estimado de dos millones de seguidores gracias a un gran despliegue del “marketing de la fe”.
Como dos millones de votantes pueden seguir a un pastor, hay un coqueteo entre algunas iglesias evangélicas y pentecostales con el gobierno de Maduro y por eso ni se debate sobre los derechos reproductivos y el matrimonio igualitario, porque para los religiosos estos representan el mal y para otros actores antiderechos representan al imperio en su afán de reducir la población global del Sur. No existe la apertura política por ningún frente para que el debate público sea posible.
Alba Corosio describe en el artículo llamado Derechos y antiderechos sexuales en la polarización política venezolana, cómo la lucha por los derechos de la mujer y LGBTIQ se han estancado. Léelo, no esperes a que te cuente un pajarito.